In this article:

Mtro. Omar Eduardo Mayorga Gallardo

[Presidente del Club de Leones de Calpulalpan, A.C.]

 Un pueblo sin el conocimiento de su historia pasada, origen y cultura, es como un árbol sin raíces.

Marcus Garvey.

Los cronistas son los registradores de los acontecimientos cotidianos del lugar donde viven. Son una especie de enamorados de sus villorrios y ciudades. Calpulalpan fue una idea fija y una pasión vital en la vida del cronista. A ella consagró su tiempo y energía cabal durante los últimos 40 años.

Su vocación por la investigación histórica fue expresión, también, de sus virtudes de ciudadano preocupado por los valores que dan sentido de pertenencia a los habitantes de un lugar. Todas sus actividades de divulgador de la historia del municipio y la región estuvieron dotadas de una preocupación que podríamos llamar patriótica, si por ello entendemos su amor a la cultura mexicana y, particularmente, a su patria chica; a quienes procuró el bien desde la trinchera de las humanidades: la investigación y divulgación histórica.

Conocí a Don Alejandro Martínez Contreras a finales de los años noventa, entonces yo era estudiante de la escuela de música en la Casa de la Cultura y durante varias tardes lo vi montando una exposición fotográfica. Días después —un 16 de octubre— acompañé a mis abuelos maternos a la inauguración de la exposición de fotografías antiguas de la colección del señor Martínez, que desde 1980 exhibía anualmente como parte del programa cultural para conmemorar la incorporación de la municipalidad de Calpulalpan al Estado de Tlaxcala.

La exposición me marcó para siempre. Despertó mi curiosidad por la historia y clivaje cultural de Calpulalpan. Desde entonces, abrumé a mis abuelos maternos —Rodolfo Gallardo y Raquel Cortés—con preguntas sobre cómo era la vida en Calpulalpan cuando ellos eran jóvenes. De nuestro municipio, me intrigaban sus casonas, el ritual de los tinacales, la vida en los ranchos y las haciendas, la producción de pulque y la gastronomía regional; la vida social y política junto con sus costumbres civiles y religiosas, etc.

Ya en la preparatoria leí: Lo que vi, lo que leí y lo que me contaron de Calpulalpan, primer libro de Don Alejandro que registra hechos históricos del municipio. Este libro selló mi interés por investigar sobre la historia y cultura de Calpulalpan y en la primera oportunidad me acerqué al archivo histórico municipal para realizar mi servicio social. Desde entonces fraguó nuestra amistad a la sazón de mi colaboración con sus tareas de cronista.

Años más tarde, el 6 de septiembre de 2009 organizamos —desde el Club de Leones de Calpulalpan, A.C.— el primer homenaje en reconocimiento a su trabajo de cronista que, como él mismo escribió, fue producto del cariño por el lugar que lo vio nacer.

Tres años después organizamos otro homenaje, en esa ocasión desde la Secretaría de Gobierno del Estado de Tlaxcala en coordinación con el Instituto Cultural Mexicano de

Nueva York. Gracias al apoyo del Dr. Noé Rodríguez Roldán —entonces Secretario de Gobierno— se presentó una exposición fotográfica en la alcaldía de New Haven (Connecticut, USA), intitulada: “Calpulalpan: sociedad y ciudad en el siglo XX. Homenaje a Alejandro Martínez Contreras”. New Haven es la ciudad norteamericana con mayor presencia de inmigrantes Tlaxcaltecas, razón por la cual la exposición se presentó allá. En representación del cronista asistió su sobrino Alfonso Madrid Martínez.

Durante un mes la comunidad tlaxcalteca visitó la exposición integrada por más de 40 fotografías, “cuya visión de conjunto reflejó, por un lado, el perfil arquitectónico de Calpulalpan; destacando sus portales, edificios públicos, religiosos y principales calles; por el otro, mostró a los protagonistas de aquellos días que, en distintos ambientes y situaciones, nos sugieren un estilo de vida hoy casi desaparecido: el gusto por la música clásica, la participación popular en actividades cívicas, patrióticas, sociales y religiosas; la cuestión agraria, y alguna más que aludía al ferrocarril como el sistema de transporte de vanguardia”.

A finales del mismo año, Don Alejandro me invitó a comentar su libro autobiográfico, intitulado, Así fue. Sus páginas dan cuenta de la importancia de Calpulalpan en su vida. Mientras trabajó de caminero en diversas ciudades del país, él mantenía su vínculo con Calpulalpan gracias a los recortes de periódicos que su madre le enviaba por correo postal.

Expresión de su actitud cívica, convicción patriótica y cultivo de las humanidades fue su participación en diferentes administraciones municipales y fundación de instituciones culturales y de educación.

Además de síndico municipal, tesorero municipal (en tres ocasiones), director de la comisión municipal de Agua Potable, integrante de varios comités de feria y comités de fiestas patrias; don Alejandro Martínez fue miembro fundador del Patronato de la Universidad de Calpulalpan (UDC), antecedente de la actual Unidad Académica Multidisciplinaria —campus Calpulalpan— de la Universidad Autónoma de Tlaxcala.

Además de las 22 exposiciones fotográficas que exhibió en la Casa de la Cultura, su tarea de divulgador de la historia y cultura del municipio también se desarrolló en Radio Calpulalpan, a través del programa: “Algo para recordar”, del cual fue titular. Asimismo, editó 32 números de la revista “Calpulli”.

El legado de don Alejandro trasciende su trayectoria de cronista. A mi juicio, de él debemos emular su cariño por nuestro municipio. Su ausencia nos recuerda que no se puede ser ciudadano cabal si no existe congruencia entre lo que se dice y lo que se hace. Don Alejandro sirvió a Calpulalpan en diferentes tareas y en todas brilló por su probidad. Ante las actuales circunstancias de nuestro municipio, el mayor ejemplo de Don Alejandro está en su comportamiento ciudadano y su pasión por Calpulalpan. En el primer caso, nadie puede regatearle su rectitud en sus tareas públicas. De ahí su afición vehemente a su querido Calpulalpan.

En el segundo caso, su sólida identidad cultural —producto de sus tareas de investigación histórica— lo hicieron comprometerse con el presente y futuro de Calpulalpan. En este sentido, que su partida nos permita, entonces, ciudadanizar la vida pública honrando su ejemplo. Vayamos a sus libros, difundamos su trabajo y, si es posible, honremos a Calpulalpan, como él ya lo hizo.

Descanse en paz.